viernes, 23 de abril de 2010

Imaginando al Sitio Mercado Libre.

Si Mercado Libre existiese en la Realidad No- Virtual ¿Cómo sería?

imaginemos que estamos en la puerta del edificio inconmensurable, va de punta en punta atravesando el infinito y echando raíces en el subsuelo.
Solo posee una modesta puerta giratoria en vidrio transparente que tiene pegado un singular cartel que dice: “Abierto las 24 hs”.
Sobre la pared que da a la calle se pueden ver escritas “pequeñas historias de éxito”, que le dan las gracias a Mercado Libre por existir y cumplir las expectativas de los usuarios.
Este es un lugar en donde también existen los curiosos; mucha gente incluso lo visita para poder ver las nubes desde más cerca por una de sus incalculables ventanas. Pero bueno esto es un dato menor. Lo más interesante se encuentra dentro.
En la recepción un hombre, alto como placard, nos da la bienvenida a un gran salón blanco abarrotado por escaleras mecánicas, y más de un centenar de puertas que están a nuestra disposición.
Aparecen en escena diminutos carritos parecidos a los de golf, con los que la gente recorre una y otra vez el sitio.
Al abrir una de las puertas otro salón aparece, esta vez repleto de gente sentada. Se trata de una subasta, sobre el escenario el subastador golpea el martillo tres veces y da por finalizada la venta.
Seguimos el recorrido a través de una escalera mecánica y vemos a un grupo de personas equipadas con larga vistas y mapas tratan de identificar lo que están buscando.
Ahora se oyen ruidos de motores, abrimos una de las puertas y nos encontramos en un inmenso garaje. Un amplio portón comienza abrirse y varios usuarios se despiden saludando desde dentro de sus autos tocando bocina; han conseguido el auto que tanto buscaban.
El clima que se vive dentro es de pura felicidad y consagración. Miles de chicos han conseguido a su mascota y comienzan a ponerle un nombre.
Nos dirigimos hacia un señor, le indicamos con un dedo un libro que se encuentra en un estante (lo más parecido al de una biblioteca de una casa), el señor lo busca y nos lo da en la mano. Así de simple es ir de compras.
Los vendedores se remiten a abrir cajones, puertas de placard y hasta incluso suben al altillo en busca de ese objeto preciado que tanto queremos.

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